martes, 26 de enero de 2016

Ermita de Santa Elena desde Biescas

Ermita de Santa Elena
Os vamos a descubrir un sendero sencillo, corto e ideal para disfrutar en familia. Seguro que muchos de vosotros ya lo conoceréis. Es el camino que une Biescas con la ermita de Santa Elena, uno de los senderos más visitados de la Tierra de Biescas.

Ubicada en lo alto de un congosto excavado durante años por la acción erosiva de las aguas del Gállego, y entre las sierras de la Partacua y Tendeñera, esta ermita es la puerta de entrada al valle de Tena y uno de los lugares religiosos más visitados tanto por los tensinos como por los habitantes de la Tierra de Biescas.

Fuerte de Santa Elena
La ruta se inicia en la carretera que rodea Biescas y que se dirige a Gavín y al Puerto de Cotefablo, a la altura de la Calle Goya (860 metros). Cruzaremos la carretera y tomaremos el PR-HU-78 que sale del pueblo en dirección norte.

El sendero es muy agradable y no tiene ninguna dificultad técnica ni posibilidad de perdida. En los primeros compases, dejaremos a la izquierda unas praderas y cruzaremos el primer barranco por un puente (10 minutos).

Nos iremos adentrando en un bonito bosque y, más adelante, la canalización de agua para el salto de la central hidroeléctrica de Biescas flanqueará por momentos nuestra derecha.

Dolmen y calendario celta
Tras poco más de media hora llegamos a un desvío señalizado y, tras él, a la Fuente de la Silla. Cuentan que Elena de Constantinopla, patrona de la Tierra de Biescas, huyó por estas montañas para escapar de sus perseguidores allá por el siglo IV. 

En su huida al valle de Tena, se paró a descansar en esta fuente y se sentó en una roca con forma de silla ubicada al lado de la misma, que le da nombre. Dicen también que se conservan dos huellas de su calzado bajo las aguas de la fuente.

La Gloriosa
En pocos minutos entraremos en el Sendero Adaptado de Santa Elena, pensado para que personas con movilidad reducida puedan disfrutar de este magnífico entorno. Constan de paneles con información en braille para personas invidentes.

Este sendero de hormigón antideslizante, de 750 metros de longitud, se construyó aprovechando el trazado de la canal de agua antes mencionada, que ahora se encuentra oculto bajo nuestros pies.

Poco a poco nos vamos acercando al conjunto de Santa Elena. Cruzaremos el barranco del Asieso por un puente, desde el cual observaremos, a nuestra izquierda, el Puente del Diablo antes de ascender mediante lazadas hacia el hoy abandonado Fuerte de Santa Elena (s. XVI – 1080 metros).

Enclave defensivo y paso obligado a la vecina Francia, fue construido en la época de Felipe II y parcialmente destruido durante la invasión napoleónica en 1808 para volver a reconstruirse en 1884.

Sendero Adaptado de Santa Elena
Desde el Fuerte, en menos de cinco minutos llegaremos a uno de los símbolos de la Tierra de Biescas, la ermita de Santa Elena (1065 metros), completando el camino tras una hora y 45 minutos.

En su huida al valle de Tena, Santa Elena encontró una cueva donde se escondió, tras una tela de araña, consiguiendo salvarse. Allá por el año 1221, se levantó en su honor la ermita, de estilo original mozárabe, que entre los siglos XVII y XVIII fue ampliada dándole su aspecto actual.

Tierra de Biescas
Esta ermita acoge, cada año, numerosas romerías de pueblos tanto del valle de Tena como de la Tierra de Biescas, haciendo de nexo de unión entre ambos territorios.

Del escondite de la santa brotó una fuente natural llamada La Gloriosa, a la que se le atribuyen propiedades milagrosas y curativas, cuyas aguas se precipitan formando una bonita cascada bajo la pradera donde se ubica la ermita.

Tras descansar y disfrutar de este lugar iniciamos el regreso a Biescas, no sin antes visitar otro de los símbolos de la Tierra de Biescas, el dolmen prehistórico de Santa Elena. 

Dolmen de Santa Elena
Fue el primero que se descubrió en Aragón, en 1932, y forma parte de un conjunto de dos, pero en la Guerra Civil se desmantelaron, reconstruyéndose en 1970 el que hoy podemos visitar.

A su lado, descubrimos un calendario celta, con 12 meses y 13 especies de árboles distintas. Los celtas pensaban que un árbol regía tu vida en función del mes de nacimiento. La explicación de que haya 13 tipos de árboles es porque en esta cultura, hay un árbol muy representativo al que le corresponde un solo día, que es el tejo.

Camino al Fuerte de Santa Elena
Volveremos a Biescas por el mismo camino, recordando los muchos puntos de interés que nos ofrece una ruta cargada de mitos y leyendas, ideal para realizar con niños dado su corta duración y su escaso desnivel: 12 kilómetros ida y vuelta y 250 metros de desnivel positivo.

En total, el tiempo en movimiento ha sido de poco menos de 3 horas y media, si bien es cierto que la ruta se puede hacer en mucho menos tiempo.

Si no queréis realizar el camino a pie desde Biescas, podéis dirigiros en coche hasta la planicie de Santa Elena, donde se ubica el dolmen.

Cueva de La Gloriosa
4 kilómetros al norte de Biescas hay un desvío a la derecha bien señalizado y una explanada para estacionar vuestro vehículo, a escasos metros del lugar donde se ubicaba antaño el despoblado de Santa Engracia.


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lunes, 11 de enero de 2016

Ruta del Serrablo: Lárrede, Busa, Oliván y Susín

San Pedro de Lárrede
A orillas del Gállego, entre los siglos X y XI, cristalizó un románico primitivo muy peculiar gracias a la conjunción de elementos de la tradición visigótica local, aportes mozárabes e influencias románico-lombardas, que dio lugar al grupo de iglesias del Serrablo o del círculo larredense.

Ubicadas entorno a Sabiñánigo, en la margen izquierda del río y diseminadas por muchos rincones, fueron levantadas hace más del mil años y rescatadas del olvido por la Asociación Amigos del Serrablo, que las puso en valor como se merecían, siendo declaradas en conjunto Bien de Interés Cultural en 1982.

Lárrede. Casa Isábal
Todas se caracterizan por su homogeneidad en cuanto a fórmulas constructivas y decorativas. Inicialmente, la gran mayoría de ellas fueron de nave única con techumbre de madera a dos aguas y ábside semicircular, rematadas por una torre-campanario. 

Esta ruta la componen 14 iglesias ubicadas en Gavín, Espierre, Otal, Basarán (trasladada en la década de los años 70 a Formigal), Susín, Orós Bajo, Oliván, San Juan de Busa, Lárrede, Satué, Isún de Basa, Arto, Lasieso y Ordovés, sin olvidar otros monumentos catalogados como románico rural como las iglesias de San Miguel de Orna y Latre y San Juan de Orús.

San Juan de Busa. Al fondo, Punta Güé
Como lo nuestro son los senderos, en el camino que os detallamos hoy sólo vamos a conocer cuatro de ellas, haciendo una ruta circular sencilla y muy, muy bonita.

Iniciamos el camino en el espléndido pueblo de Lárrede (830 metros), junto a la iglesia románica de San Pedro (s. X-XI), el mejor y más representativo ejemplo de todo este conjunto de iglesias, declarada Monumento Nacional en 1931. 

Junto a ella, se encuentra una de las casas fuertes del pueblo, Casa Isábal (s. XVII) que, con su chaminera troncocónica, sus escudos de armas tallados en piedra y su suelo de cantos rodados forma, junto con la abadía y la iglesia, un conjunto arquitectónico de gran belleza.

San Juan de Busa. Al fondo, Oliván
Salimos del pueblo en dirección norte siguiendo el GR-16 que, en estos primeros compases, discurre por carretera asfaltada. En 20 minutos nos toparemos con otra pintoresca ermita, la de San Juan de Busa (s. X), considerada una versión simplificada de la de Lárrede. 

Solitaria en una pradera y, muy probablemente, antigua parroquial de un pueblo desaparecido, fue restaurada por la Asociación Amigos del Serrablo y reinaugurada en 1977. Llama la atención el acabado de su tejado, en forma de quilla de barco, y la ausencia de torre-campanario.

San Martín de Oliván
Tras visitarla seguimos por la carretera para, un poco más adelante, desviarnos a la derecha para continuar el trazado del GR-16 por una pista que se dirige hacia la cercana población de Oliván (890 metros). 

Muy cerca de su casco urbano hay un panel informativo de los senderos GR-16 (sendero del Serrablo) y GR-15 (senda Prepirenaica), los cuales se unirán en Biescas para continuar su camino por separado.

Al este, ya vemos, en lo alto de la montaña, la villa de Susín pero antes visitaremos Oliván y su iglesia de San Martín (s. XI - 1060), otra joya del románico serrablés restaurada profundamente en el s. XVI, donde llegamos tras menos de una hora contando las paradas. 

Casa Mallau de Susín. Al fondo, Casa Ramón
Tras un pequeño paseo por sus calles, dejaremos el GR-16 para dirigimos hacia el barranco de Oliván por el PR-HU-3 (15 minutos).

Cruzaremos el barranco por un puente con una barrera que impide el tránsito de vehículos sin autorización. Ésta se puede solicitar en el Ayuntamiento de Biescas.

Nada más cruzar el puente, nos salimos del itinerario normal unos minutos. Nos desviaremos a la izquierda para acercarnos a unas pozas y un salto ubicados aguas arriba del barranco. Un rincón ideal para refrescarse en época estival.

Paseando por Susín
Tras 30 minutos, regresamos al puente para ascender la pista por el PR-HU-3, que se introduce en Sobrepuerto, hasta la desviación a Susín, donde tomaremos el PR-HU-4 (10 minutos).

En este punto ya se nota el trabajo que muchas personas realizan voluntariamente para mantener vivo el pueblo, rotulando y decorando las señales que nos adentran en un espeso y fresco bosque que nos dejará en su casco urbano (1065 metros) en 20 minutos y 2 horas y media desde Lárrede.

Susín ha sabido burlar el abandono y la ruina que se cebó con otros pueblos cercanos de Sobrepuerto, en los que hoy no hay más que casas espaldadas y recuerdos e historias enterradas bajo una espesa vegetación. 

Santa Eulalia de Susín
“Mi sueño es que Susín tenga una restauración auténtica”, decía su última habitante, Angelines Villacampa. Hoy, su deseo es posible gracias a ella y al trabajo de la Asociación Mallau que, a base de esfuerzo y sacrificio, lucha por mantener vivo este sueño.

El otoño viste de hojas las calles. Piedras pintadas con cariño, muros levantados con esfuerzo y flores cuidadas con mimo nos acompañan en nuestro paseo. 

Estamos solos en el pueblo, pero sentimos la presencia de Angelines. Aunque ya no esté entre nosotros, ella es la dueña de este lugar y seguro que estará orgullosa de la labor que se está realizando para conseguir su sueño. Disfrutamos del silencio y sentimos un profundo respeto por esta tierra.

Susín. Virgen de las Eras
En el pueblo encontramos dos ejemplos de casas. Casa Ramón (1875), con todos sus anexos separados de la vivienda y desperdigados por la zona norte del pueblo y Casa Mallau, antigua casa-fortaleza cuyo origen se remonta al siglo X-XI, con patio interior y anexos adheridos a la vivienda, excepto la borda Guardiana (1873), en el extremo sur próxima al camino que se dirige al despoblado de Casbas de Jaca.

En el centro del casco urbano se encuentra la herrería, convertida en improvisada oficina de información, donde tenemos folletos y un libro de firmas donde, lógicamente, dejamos constancia de nuestra visita y de la gran labor realizada hasta la fecha.

San Juan de Busa y barranco de Oliván
Su iglesia románica de Santa Eulalia de Mérida (s. XI) fue reconstruida en el s. XVIII merece una pausada visita y, unos 200 metros al norte, se levanta la ermita de la Virgen de las Eras, desde donde se divisa el despoblado de Berbusa, deshabitado desde mediados de la década de los 50. 

Saliendo del pueblo en dirección este se ubican la fuente y el lavadero, cuyo dintel data de 1876, que reciben el agua del barranco del Repullo.

Desde su privilegiada posición, Susín se erige como un mirador excelente de la Tierra de Biescas: Oliván, Escuer y su Torraza (s. XV), Punta Güé (1579 metros), la Peña Oroel (1769 metros), Collarada (2886 metros), la Sierra de la Partacua… Un lugar especial, soleado, pacífico, donde disfrutar de la tranquilidad.

Torraza de Lárrede. Al fondo, Peña Oroel
Es la segunda vez que nos acercamos a Susín. La primera, en 2014, nos sirvió para conocer el pueblo y sus alrededores. Esta vez, nos ha servido para captar detalles. Detalles de los que mucho tienen que ver aquellas personas que, el último fin de semana de cada mes, se reúnen en el pueblo para realizar trabajos comunales y mantener en pie el sueño de Angelines.

Tras haber descansado en la pradera delante de la borda la Guardia y su bonito puente de piedra, comenzamos el regreso hacia Lárrede por un estrecho sendero colgado en las laderas de Busa por el que abunda el pino y el boj. Veremos, además, varios robles centenarios a pie del sendero.

Atardecer sobre la Partacua y Tendeñera
Volveremos a ver la ermita de San Juan de Busa, esta vez desde lo alto, apreciando las dimensiones de la pradera sobre la que está ubicada. También la desembocadura del barranco de Oliván en el río Gállego.

Los últimos rayos de luz sobre las sierras de la Partacua y Tendeñera nos acompañaban a medida que el camino finalizaba, pero aún quedaba lo mejor: disfrutar de una espectacular puesta de sol desde la Torre del Moro o Torraza de Lárrede (s.XVI), a la que llegamos en una hora desde Susín.

Homenaje a Angelines
Este torreón medieval se alza en un lugar estratégico, a 930 metros de altitud, dominando parte de la Jacetania, Sabiñánigo y la Tierra de Biescas. Desde él, se observa al oeste la Torraza de Escuer que, junto a ésta, formaba parte del sistema defensivo de la zona media del Gállego.

Tras cruzar el barranco Peronero sólo nos queda descender de nuevo a Lárrede, al que llegamos en 15 minutos, poniendo punto y final a una ruta corta, sencilla, que se puede realizar en familia y de gran riqueza desde cualquier punto de vista, combinando naturaleza, recuerdos, arquitectura e historia.

Homenaje al trabajo realizado
Ver cómo se escondía el sol tras la silueta de la Peña Oroel fue el colofón a un gran día. ¿Habrá una tercera visita a Susín? Seguro que sí.

A paso lento, la duración ha sido de 6 horas, de las cuales la mitad han sido caminando. Una circular con un total de 11 kilómetros y menos de 300 metros de desnivel positivo, ideal para desconectar de la rutina diaria.


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