viernes, 31 de enero de 2014

Sobrepuerto, Ainielle y la Lluvia amarilla

Julio Llamazares. La lluvia amarilla. Estos son los motivos por los que conocí Sobrepuerto. Quedé tan sorprendido de su obra que no tuve más remedio que ir a descubrirlo. Mi destino, el lugar donde Julio se inspiró para escribir su novela: Ainielle.

Como todo Sobrepuerto, Ainielle es uno de esos pueblos que sufrieron la huida de sus habitantes para buscar una mejor calidad de vida en tierras bajas. Las precarias condiciones en las que se encontraban y los duros inviernos hacían casi imposible la vida allí. Un éxodo que se acrecentó en los años cincuenta, pero no fue hasta 1961 cuando quedó totalmente despoblado.

Oliván. Iglesia de San Martín
El punto de inicio es Oliván (Olibán en aragonés), pequeño pueblo perteneciente a la Tierra de Biescas, en el Álto Gállego, situado a 900 metros de altitud. Lo que más llama la atención de Oliván es la iglesia de San Martín, de estilo románico y declarada Bien de Interés Cultural.

Nos ponemos a caminar atravesando el pueblo y cruzamos el puente que salva el barranco de Oliván, que tiene una barrera que sólo permite el paso a vehículos autorizados. No obstante, podemos conseguir la llave de la barrera si se solicita en el Ayuntamiento de Biescas y recorrer la pista que se dirige a Basarán en vehículo 4x4.

Seguimos la pista que poco a poco nos va adentrando en Sobrepuerto. Dejaremos a un lado el desvío a Susín, que en febrero de 2013 quedó despoblado por el fallecimiento de su última habitante, Angelines Villacampa. Actualmente, la Asociación Mallau Amigos de Susín trabaja para la recuperación y conservación de su patrimonio mediante jornadas comunales, visitas escolares y guiadas, exposiciones, talleres...

Continuando nuestro camino por la pista, más adelante nos encontramos con un desvío que señala el camino a Berbusa y Ainielle, que desciende al barranco de Oliván y lo cruza. Tras remojarnos un poco los pies en sus frías aguas, seguimos el sendero que asciende directamente hasta Berbusa (o Bergusa en aragonés), situado a 998 metros de altitud. Sus habitantes eran llamados “carboneros”, ya que la pobre economía del pueblo giraba alrededor del carbón.

Berbusa. Iglesia de San Pedro
Berbusa llegó a tener diez casas, dos escuelas, la iglesia y una abadía, aunque el párroco vivía en la vecina Oliván. Dispuso de electricidad los dos años anteriores a la Guerra Civil mediante la construcción de una pequeña central eléctrica en el barranco Toscal, pero al iniciarse el conflicto la turbina fue requisada por los republicanos.

Las inmediaciones de Berbusa están llenas de muros de piedra que delimitaban campos de cultivo y que todavía aguantan los crudos inviernos de estos lugares.

Después de recorrer las calles de Berbusa, continuamos el camino hacia Ainielle. A partir de aquí el sendero va ganando altura de forma progresiva y vamos descubriendo rincones tan bonitos como la poza del barranco de Rimalo.

Barranco de Rimalo
Tras unas tres horas de camino desde Oliván, llegamos a Ainielle, nuestro destino final. Situado a 1355 metros de altitud, hoy es un pueblo vacío de vida, pero lleno de silencio y emociones. Sólo encontrarás tristeza y soledad entre sus casas caídas.

Ainielle llegó a tener diez casas, una escuela y su bonita iglesia, que es lo que mejor se conserva en la actualidad. Fue en 1961 cuando quedó vacío totalmente con el cierre de Casa O' Rufo.

Sus familias fueron emigrando poco a poco hacia un mundo mejor dejando recuerdos, sentimientos y emociones para siempre. Cargaron con todo lo que pudieron y lo demás se quedó tras la puerta cerrada de su casa.

Cuando llegué, lo primero que me vino a la cabeza fue ¿cómo pudieron vivir aquí? Comunicado en malas condiciones con cualquier otro núcleo habitado, sin agua corriente y sin electricidad se me hacía difícil imaginarlo.

Ainielle. Vista general
Una sensación extraña se adueña de ti mientras caminas por lo que queda de sus calles. Ruinas y más ruinas de lo que un día tuvo vida. Hoy vida muerta y seres llenos de vida observando desde el pequeño cementerio como la vegetación y el paso del tiempo derriban lo poco que queda de pie en Ainielle.

He creído conveniente añadir un fragmento de "La lluvia amarilla" que describe perfectamente lo que se siente al visitar este lugar:

"Como arena el silencio sepultará las casas, como arena las casas se desmoronarán. Oigo ya sus lamentos, solitarios, sombríos, ahogados por el viento y la vegetación.

Borda en Ainielle
Caerán poco a poco, sin ningún orden cierto, sin ninguna esperanza, arrastrando en su caída a todas las demás. Unas irán hundiéndose despacio, muy despacio, bajo el peso del musgo y de la soledad. Otras caerán de bruces en el suelo de repente, violenta y torpemente, como animales abatidos ante las balas de un paciente e inexorable cazador. Pero todas, más tarde o más temprano, más tiempo o menos tiempo resistiendo inútilmente, acabarán un día devolviendo a la tierra lo que siempre fue suyo, lo que siempre ha esperado desde que el primer hombre de Ainielle se lo arrebató".

Molino de Ainielle
A unos veinte minutos de Ainielle junto al barranco se encuentra el molino, lugar importante en la novela de Julio y que fue rehabilitado en 2008 de forma conjunta por la Asociación O Zoque de Yebra de Basa, la Asociación Erata de Biescas y antiguos vecinos de Ainielle con el apoyo del Ayuntamiento de Biescas. En su dintel está grabado el año 1763 y gracias a su buena conservación, se cree que se podría poner en funcionamiento con una buena limpieza del mismo.

Actualmente, la Asociación O Zoque trabaja en la defensa del patrimonio cultural y natural de Sobrepuerto con varios proyectos tales como la rehabilitación de los tejados de las iglesias de Yebra de Basa y de Santa Orosia o la ejecución del proyecto, licitado recientemente, del "Camino del Pastor", antiguo camino que unía las localidades de Yebra, Sabiñánico y Jaca.

Como reflexión personal, Sobrepuerto es uno de tantos lugares del Pirineo que hay que visitar en la vida. Recorrerlo es recorrer el pasado. Aquellos caminos, hoy llenos de soledad, fueron la única vía de comunicación. Cuesta pensar que en esos lugares pudiese haber vida. Una vida difícil la que tuvieron aquella gentes, pero más sufrieron al dejar sus casas y pensar que el paso de los años acabará derrumbado cualquier resquicio de vida en esas tierras. Mi más sincero respeto y admiración hacia ellos.

Más fotografías en: www.pinterest.com/huellaenlanieve

Fuentes:

Serrablo.org
Asociación O' Zoque
Julio Llamazares - La lluvia amarilla